miércoles, 11 de abril de 2007

Valacloche

Nunca había visto nevar hasta estas pascuas. Y hacía más de 10 años que no estaba en ese pueblo. Recuerdo cuando corría con mis primos y mi hermana por sus calles, jugaba en la olla y dormía en una cama abultada y polvorienta. Y victor sólo era un niño algo malcriado.
Me he sentido mayor. Pero también feliz. No hubiese podido volver allí con mejor compañía. Ahora tengo un recuerdo más e igual de bueno en valacloche. Estando allí he pensado que igual tampoco se viviría tan mal allí una temporada, alejada de todo el mundo y a tu bola. Pero en realidad soy una ingenua. Hace unos años me asfixiaba mi propio pueblo, solo podía tomarlo en pequeñas dosis. ¿Vivir allí? Ni loca. Ahora me encantan esas pequeñas dosis y aunque sigo prefiriendo no acabar en él, tampoco me agobia la idea. ¿Se le llamará madurar? ¿Probar cosas nuevas y darte cuenta que lo tuyo siempre será tuyo? Desechada la idea del encanto de una estancia en tan pintoresco pueblo nos bajamos a la civilización. Al día siguiente de estar en mi casita ya, me he visto en el compromiso de acudir al entierro de un familiar de Sabina. Y allí estaba casi todo el pueblo, caras familiares que hacía tiempo que no veía y que tampoco me hacía falta ver, pero familiares al fin y al cabo.

En fin, un pueblo, más o menos grande, siempre es un pueblo.

1 comentario:

Os rentador dijo...

malegro k tengas otro buen recuerdo de la olla jjjjjjjjjj