Echando la vista atrás.

Cogida de su mano me enseñó su infancia. Recorrimos las calles y no pasábamos por ningún camino, portal o escaleras de los cuales no se le ocurriese nada que contarme. Con cada nuevo descubrimiento que hacía su vista me mostraba una historia. En ese portal vivía mi mejor amigo. En estas escaleras me di unos buenos piños intentándolas bajar con los patines. En esta casa vivía una vieja loca a la que hacíamos la puñeta. Ese era mi colegio. En este banco me sentaba con mi hermano y mi abuelita a comernos los helados que nos compraba ella cuando venía a visitarnos. Era como si los estuviese viendo a todos los que me decía. Lo vi de niño entrando en su portal con la mochila del cole. Dejarla, coger el bocadillo y salir a la calle a jugar con sus amigos. Lo vi haciéndose su caseta rodeada de arbustos. Lo vi como marchaba un día con su familia, ingenuo, como su edad obliga, dejando todo aquello atrás y no volviendo más. Y lo vi cuando descubrió que en su nuevo colegio no conocía a nadie suplicarle a su madre que por favor le dejase volver allí, con sus amigos, aunque fuese solo un ratito.
De verdad que lo vi.

Gracias por enseñarme una parte más de ti.